27 de septiembre de 2008

Capítulo 4

Capítulo 4.- Sentimiento inevitable

Movía su cabeza hacia el hombro, primero uno y después el otro, para acomodárselo, siempre se le hacía más largo el viaje de regreso de la Universidad, seguramente era por el tráfico, se pasó la mano por su cabello platinado desordenándolo un poco.


Estúpida Kagome… ahora era tan diferente a como la recordaba, bueno, de lo poco que recordaba mejor dicho, en los últimos dos días habían hablado más que en toda su vida de “hermanos”.
Entro a la gran mansión, por primera vez se sentía un poco solo… ¿Por qué era?, ni siquiera él tenía aún la respuesta…


- Buenas tardes Señor Inuyasha- hablaron detrás de él, brincando un poco
- ¡Mioga! Me has asustado…- dejo salir un suspiro de alivio


Mioga era un anciano que trabajaba ahí desde que él tenía memoria, era casi parte de la familia, tenía un mostacho blanco, adornado su rostro, al igual que el color de su escaso cabello, le llegaba a los hombros al joven, debería ser seguramente por encorvado que estaba, y rió, haciendo que su rostro se deformara un poco, debido a las arrugas que se encontraban en todo el rostro.

- Discúlpeme… solo venía a decirle que la comida se servirá cuando usted diga- mantenía sus manos en su espalda
- eh…-pensó un poco rascándose la cabeza, ¡pero que mas daba¡ ella había decidido quedarse- que la sirvan ahora


Comenzó a comer, ese fin de semana le hizo extrañar la comida de la cocinera, el timbre sonó solo una vez, pasaron unos minutos y se vio como la chica pasaba por el comedor hacia las escaleras

- ¿¡Señorita no va a comer!?- dijo lo más alto que pudo, la edad le estaba quitando las fuerzas
- no tengo hambre, gracias- subió rápido las escaleras, lo menos que quería en ese momento era verle la cara a su medio hermano.


Inuyasha no le dio importancia, total la que pasaría hambre sería ella, no él.

El despertador sonaba, sin darse cuenta se había quedado dormido hasta la mañana siguiente, abrió un ojo y después el otro, miró el reloj del aparato que lo despertaba cada mañana, ese día s ele había hecho tarde, había caído en un profundo sueño que ni siquiera el asustadizo sonido del aparato lo pudo levantar.

Maldijo varias veces para después meterse a bañar y salir completamente limpio.

- Que tenga buen día Señor Inuyasha- se topó al anciano en la puerta
- Gracias…- se paró antes de salir- Mioga… ¿y Kagome?- aún no se acostumbraba a que ella estuviera ahí.
- ella salió hace un rato, seguramente a la Universidad- trato de adivinar- es bastante madrugadora Señor- sonrió
- y…- no sabía si preguntar o no, pero bueno no tenía nada de malo preocuparse aunque fuera un poquito por su sangre ¿no?- ¿bajo a comer?
- no señor- negó con la cabeza- después de que subió a su habitación no bajo en todo el día, hasta hoy por la mañana-
- ya veo… - salió de la gran mansión hacia su automóvil.

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Se agarró el estómago, le dolía de hambre, no había desayunado, y el día anterior se mantuvo con un refrigerio que hizo al medio día.


Todo por no querer estar lidiando con Inuyasha… aunque a decir verdad, había cambiado, no era tan indiferente con ella como cuando niños, apoyó su cabeza en el cristal del autobús, antes había tomado el subterráneo y una conexión, todo por ser testaruda y orgullosa, veía como los paisajes cambiaban conforme avanzaba el transporte lo hacía, los pocos árboles se convirtieron en grandes edificios, y los automóviles se hacían más concurrentes.

Todo el camino en bus pensó en él, en como era su relación de pequeños, y en lo que se había convertido ahora… Inuyasha nunca fue feo… a decir verdad siempre se le hizo bastante lindo, pero ahora… no era lindo, era infinitamente atractivo, recordó su rostro, cada facción en él, cuando lo vio de cerca, el día que le pintó la nariz… se la tocó al recordar el momento, rió, la vez que se reencontró con él, la vio sin camisa… se sonrojó levemente…un momento, pero en que estaba pensando… ¡por Kami! ¡Que era lo que estaba pensando!

- ¡Buenos días Higurashi!- se la topó un chico de ojos color azul cielo, el cabello negruzco agarrado por una pequeña coleta

Si, aunque era hija del gran empresario Inuno Taisho no llevaba su apellido, llevaba el de su madre, según tenía entendido, era lo que habían acordado ambos, siendo hija de la secretaria y del prestigiosa empresario, una bastarda en pocas palabras, sería inapropiado cargar con ese apellido.

- ¡ah! Buenos días Sagara-

El chico al lado de ella la miraba descaradamente, mientras caminaban con rumbo al salón de clases, desde que la vio por primera vez el día anterior le había gustado, tenía que admitirlo era muy hermosa… vestía un pantalón de mezclilla azul marino a la cadera, una camisa de mangas que llegaba al ras del pantalón color naranja, pudiéndose ver su ombligo, su cabello por una coleta baja que llegaba hasta su coxis, a pesar de la belleza de su rostro, siempre con un tono rosado en las mejillas, su nariz respingada, sus ojos chocolate cristalinos que adornaban unas tupidas pestañas rizadas, y su cuerpo… era para volverse loco, tenía las curvas perfectas, a los ojos de todos era deliciosa.

Llegó el receso, salió con sus nuevos “amigos” al patio de la escuela, se sentaron algunos en la banca que estaba en el césped y otros más en el pasto.

- Higurashi… tu conoces a ese chico ¿no?- habló una de las presentes mientras se tomaba la mejilla con una mano- Taisho Inuyasha…-suspiró diciendo su nombre
- no, no lo conozco- ladeó el rostro
- entonces por que ayer se te acercó- dijo otra de las chicas
- no tengo idea- se encogió de hombros
- si Taisho se acercara a mi creo que moriría- volvió a suspirar
- Yucca como eres dramática, hubieras estudiado teatro- rió junto con uno de los acompañantes sabiendo lo mal que le iba en la Universidad.
- ¡Eri!- hizo un pequeño puchero
No vio a su medio hermano en todo el día, mejor para ella, pensó, aún no tenia ganas de verle la cara… frunció los labios, tomó el mismo transporte por el que vino y llegó a la gran mansión, suspiró antes de entrar.


La recibió el anciano Mioga, llegaba justo a la hora de comer, con el hambre que tenía no se negó esta vez, fue hacia el comedor y para su sorpresa su padre y su esposa estaban ahí.

- ¡Kagome! Hace mucho que no veía- se paró de su asiento- por favor toma asiento- dirigió su mano hacia la silla en la cual debía sentarse, junto a Inuyasha
- ¡no!- pegó las manos en la fina mesa- ¡no voy a comer junta a esa!- miró a su esposo
- pero… Querida…-
- ¡ya he dicho que no!- miraba desafiante a su esposo
- no se preocupe Señora- dijo en forma despectiva- no tenía intenciones de comer con ustedes, permiso- caminó hasta la cocina
- señorita… ¿que ha pasado?- dejó el rodillo en la mesa
- nada, solo vengo a hacerte compañía- se sentó en el banco frente a la mesa donde preparaban los alimentos
- deja te sirvo de comer- se acercó a la estufa, donde aún estaba la sopa recién hecha
Miraba el plato con la comida dentro, pasaba la cuchara, revolviendo tranquilamente, agarrando un poco de sopa con esta y dejándola caer.
- ¿Por qué juegas con la comida?- sonó una voz, y se sentó junto a ella, dejando un plato en la mesa
- Inuyasha…- lo miró, era la persona que menos se esperaba- por que sí, aparte… ¿no deberías estar con tus padres en el comedor?- entrecerró los ojos
- se supone… pero prefiero comer aquí, contigo- apoyó su cabeza en su mano


¡Kami! Su corazón comenzó a latir rápidamente, y sentía como sus mejillas se sonrojaban, ¿pero que era eso?, sus mejillas sonrosadas comenzaron a tornarse un color más fuerte, carmín, Inuyasha la vio, sus ojos eran un color que no era ordinario, dorado… eran transparentes, bajó su mirada, inspeccionando cada parte de él, su corazón seguía corriendo, tragó al ver sus labios, pronunciando algo inaudible para ella, no pudo más, tenía que salir de ahí o su corazón iba a estallar.

- ¡Kagome!- solo escuchó al salir corriendo de la cocina, para llegar hasta su cuarto.

Se puso de espaldas a la pared y recargó su cabeza… agarró la camisa en la posición del corazón, arrugándola, le dolía… caminó apoyándose en lo que fuera hasta llegar a la cama en donde se recostó sin dejar de arrugar la prenda naranja, trató de respirar profundo, para que se calmara su corazón, pero este aún seguía en esa carrera que parecía interminable, por fin lo comprendió… a pesar de lo que dijera ella y a pesar de negarlo por años… desde que lo volvió a ver en esa puerta… pasó lo inevitable…

Capítulo 3

CAPITULO 3.- Primer día

Eran ya las siete de la mañana, era demasiado perezoso, pero no iba a perder clases de nuevo, se dijo a si mismo, que este semestre tendría que mejorar, aunque siempre sacaba buenas calificaciones, al parecer de su padre quería solo la excelencia, a decir verdad era el mejor estudiante del último año de su carrera, de la más prestigiada Universidad de Japón.


Lo más importante para el era estar cómodo, y como siempre opto por ponerse unos pants negros, que era adornado con solo una pequeña paloma Nike en el frente, del lado derecho, y una camisa blanca, algo pegada, dejando ver sus brazos ejercitados, al igual que sus pectorales.

Salió de su habitación, pensaba en ir a tocar la puerta de su media hermana, pero se negó, al final ya había tomado su decisión, bajó las escaleras con su mochila puesta y las llaves de su Mini Cooper en la mano, y ahí estaba ella, en el pequeño taburete de la entrada, recargando su cabeza en la pared.

Llevaba puesto un pescador negro, tenis vans, una camisa verde limón y un pequeño chaleco negro, su boina y el cabello agarrado por dos coletas reposando en sus hombros.

- ya era hora de que bajaras- lo miró
- vaya, ¿y ese cambio de actitud?- dijo algo divertido, tal parece que Kagome no era tan rebelde como pensaba
- no te interesa… ¿ya nos vamos?- se paró de su asiento
- claro- abrió la puerta- después de usted señorita- rió
- pesado…-dijo cuando paso junto a el


Ambos subieron al auto, y arrancaron en dirección a la Universidad, el silencio reinaba dentro, hasta que se rompió con la voz ronca de él.

- ¿y que carrera piensas tomar?- la miró de reojo, recargaba su brazo en la puerta del coche, y a la vez su rostro, mirando hacia la calle.
Suspiró- iba a tomar Diseño Gráfico en París… así que… creo que sigue firme mi decisión- dijo sin si quiera moverse
- me parece bastante bien…- tan siquiera la mañana la habían empezado bien, sin peleas, sin discusiones, al parecer su relación iba mejorando.
- ¿y tu?... ¿Qué estudias?- lo miró
- Economía…-le sonrió- este es mi último año…
- ahh…- levantó ambas cejas para después regresar a su posición inicial
- llegamos-


La Universidad estaba casi en el centro de Tokyo, era enorme, podría decirse que tres cuadras… ¿o más?, tenía seis pisos, que se podían apreciar apenas, gracias a los árboles que cubrían la mayoría del alrededor de la Universidad, a excepción de a entrada, había grandes campos llenos de pasto y algunas flores silvestres, había bastantes personas, o jugando futbol americano, con frisbee o simplemente leyendo o acostados en la grama, a pesar de que lo temprano que era.
Estacionaron el auto y bajaron de este, para ir a la oficina del director, mientras caminaban por los pasillos del edificio, la chica veía asombrada las instalaciones, todo era demasiado grande…
Después de bastantes minutos dentro de la oficina su medio hermano salió.


- bueno, ya esta listo… tienes que ir la Ala “B”, en el aula A-201…- le entregó unos papeles- como ya había comenzado el semestre tendrás que dar estos papeles, y ponerte al corriente… es por allá- señaló el sureste
- aja…- caminó para el lado contrario
- ¡oye! ¿Me merezco tan siquiera un gracias no crees?- dijo bastante alto, ya que Kagome había comenzado a caminar


La chica solo hizo una señal de amor y paz de espaldas, y siguió caminando, solo iba por el lado contrario para molestar a su hermano, después se daría la vuelta e iría por donde el le dijo, no quería perderse en un lugar tan grande como ese.

Esa niña enserio que le molestaba, aunque el día anterior había visto una fase de ella que no la conocía o que seguramente estaba ahí, pero al nunca hacerle caso no conoció.

Llegó al salón de clases y las chicas, como casi todos los días se encimaban, ¿eso podía compararse con la molestia que le causaba Kagome?... a veces, contestó internamente, anhelaba las vacaciones, justamente en un mes habría unas… no tendría que soportar los acosos de sus compañeras de clases… pero a decir verdad tendría que esperarse de una persona como el, inteligente, con dinero, de esencia misteriosa y a pesar de todo exquisitamente hermoso…

Sus facciones parecidas a las de un ángel, su mandíbula delgada sin quitar el toque varonil, sus labios delgados y rojizos, su nariz recta, sus ojos penetrantes de color ambar, y su cabello platinado ni largo ni corto, despeinado, su belleza masculina eran apreciadas no solo por las mujeres, y mucho menos era pasada desapercibida.

Las horas pasaron, y con ella las clases, por fin era hora de regresar a casa, salió de la gran Universidad por la puerta principal.

- ¡hey Inuyasha!- un chico de cabellos negros hasta el hombro, ojos azul marino, bastante guapo, en donde más de una chica lo miro salir salió tras de el, desde hace un rato lo estaba esperando cerca de la puerta de entrada.

Al escuchar su nombre de una voz familiar volteó, era su mejor amigo, desde que iban en secundaria, ya en Universidad han tomado rumbos distintos, mejor dicho… carreras.
- vaya hombre…-respiró agitado- hasta que te detienes…


- ¿hoy saliste temprano?- arqueó una ceja
- no… me expulsaron tres días- se rasco la cabeza y rió
- ¿de nuevo?... ahora que hiciste- entrecerró los ojos, no era nada raro que le pasara eso a su amigo- ¿Qué has hecho ahora Miroku?
- umm- puso su dedo índice en su barbilla- pues… solo mire pornografía en el laboratorio a la hora de clases- se encogió de hombros- nada importante- cuando terminó de hablar vio que su amigo ya se encontraba bastante lejos- ¡Inuyasha!- corrió para alcanzarlo- me dejaste hablando solo- dijo cuando por fin estuvo a su lado


Estaba extrañado, esperaba un serio regaño por parte de su amigo, pero no sucedió, estaba mirando hacia enfrente, sin moverse.

Frente a el estaba un grupo que al parecer eran de nuevo ingreso, y lo confirmó mas al ver a su media hermana apoyándose en el árbol, se detuvo, que rápido hizo amigos, la vio unos momentos más cuando se llevo un cigarrillo a la boca…

- amigo, ¿estas bien?... ¡hey Inuyasha!- tronó sus dedos, haciendo un chasquido, pero no funcionó- ¡Inuyasha!- pasó su mano por los ojos de este, que su única reacción fue pegarle en la mano y caminar rápido hacia un grupo de universitarios debajo de un árbol

Sintió como le quitaban el cigarrillo que reposaba en su boca, vio como las chicas con las que estaba se sonrojaron y miraron hacia su izquierda, volteó para ver quien había hecho tal cosa… Inuyasha… por que no se lo imaginó antes…

- ¡¿pero que te has creído?!- le gritó sin importarle quien estuviera, vio como soltó su cigarrillo y lo aplastó para apagarlo
- es hora de irnos Kagome- le tomó la mano y la jaló mientras caminaban hacia el auto
- ¡oye un minuto!... yo aun no quiero irme- se soltó del agarre
- de acuerdo… bien, haz lo que quieras- frunció el ceño
- ¡eso estoy haciendo!- gritó, ya que estaba bastante lejos, era tan impertinente, siempre queriendo que hiciera lo que a el le plazca, pero con ella no iba a funcionar…

Capítulo 2

CAPITULO 2.- Aprendiendo a convivir

Esa noche se había desvelado, pensando en la recién llegada… ¡¿por qué pensó en ella?¡ seguro era por que no la veía en mucho tiempo… ¡si! Seguro era eso, su estómago comenzaba a pedir comida…

Bajó a la gran cocina… como creía…. Por que demonios se le había ocurrido darles el fin de semana a sus empleados, no quedaba de otra… saldría a desayunar, demasiado consentido, pensó, subió a su cuarto para cambiarse de ropa, no iba a ir con su “pijama”, un pants azul marino adidas y una camisa negra estaría bien, se calzó con sus tenis, agarró las llaves de su auto junto con las de su casa, un mini Cooper, negro, era su modo de transporte, agarró el picaporte de la puerta principal, cuando recordó…

- ¡demonios! Kagome…-recordó que su hermana menor estaba en casa, subió a zancadas las escaleras estaba a punto de abrir la puerta cuando esta dejo ver a la chica.

Llevaba puesto unos tenis, vans negros, una falda con tablones de mezclilla, debajo de esta unas mallas negra que le llegaban arriba de la rodilla y un cinturón de estoperoles, una camisa de tirantes blanca, y su cabello azabache agarrado de una cola alta, dejando ver su flequillo alborotado y sus perforaciones.

- ¿vas a salir?- dijo él
- si- agarró y se colocó una mochila converse morada, pasó al lado de el
- ¿y se puede saber como ibas a entrar?-
- tu me ibas a abrir- dijo sin voltear
- yo también voy a salir
- entonces será con mis habilidades de ladrón- hizo un ademán con la mano, sin voltear, cuando sintió que alguien le tomó el brazo
- por que eres tan hostil- la chica volteó a verlo
- y tu tan mandón- frunció el ceño y se soltó del agarre
- bueno… solo venia a decirte que si… íbamos a desayunar…- se dio cuenta que duro, de un momento a otro sus facciones se endurecieron y frunció más el ceño, esa niña no se tenía que poner a su nivel…- pero ¡olvídalo! - caminó y salió de la mansión.


Kagome se sentó en el principio en las escaleras, puso sus codos sobre sus piernas y apoyó la cabeza en las manos… no era tan fuerte como creía, pensaba que todo estaba bien, que ya había superado lo de su madre… y su abuelo, pensó que no le había afectado… al menos trataba de disimularlo…… ahora se daba cuenta… estaba sola… por que los que ahora eran “su familia” no la querían, no le importaban en lo más mínimo, solo era por compromiso, como siempre… unas gotas comenzaron a mojar el piso de mármol.

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El platinado conducía por las calles concurridas de Tokyo, fuera el día que fuese siempre había problemas de tránsito. Aun no sabía donde iba a desayunar, pero pensaba más en como había tratado a Kagome… no fue hasta hace unos momentos que recordó todo lo que ha pasado… ¡pero que estúpido era!, pobre… ha sufrido mucho y el era desconsiderado, se disculparía con ella, si, eso haría, dio una vuelta en “U” y se arrancó con dirección a la mansión.


Subió las escaleras, como era su costumbre, a zancadas, siempre de dos escalones a cada paso, fue hasta el extremo derecho, donde se encontraba la habitación de Kagome, abrió la puerta.

Ahí estaba ella, con una brocha en la mano, traía una camisa bastante grande, remangada hasta los hombros y uno short que ve veía algo gastado, su cabello amarrado por una trenza baja, y una pañoleta roja amarrada en su cabeza, al abrir la puerta ella volteó instantáneamente.

- Inu…yasha- dejó de pintar, se vieron por unos segundos que se hicieron eternos…
- ¿te puedo…ayudar?- se recargó en el umbral con las manos en los bolsillos de los pants.
Ella arqueó la ceja- tendrás que soportar el olor a cigarrillo, aparte… no creo que sepas como agarrar una brocha- dijo divertida.


Entrecerró los ojos frunciendo el ceño, esa Kagome… - ¿que no se pintar?- agarró la brocha que estaba encima de la mesita en medio de la habitación y lo metió en a la pintura púrpura, comenzó a dar brochazos en la misma pared que Kagome.

El ambiente se había tranquilizado, el silencio era casi puro, a no ser del sonido que emitían las brochas al pasarlas por la pared… Inuyasha miró a Kagome a su lado derecho y su oreja… no pudo contenerse, tenía que ver si eran sobre puestos o en verdad de había perforado, así que jaló uno de los dos aros que adornaban su cartílago.

- ¡AU!- gritó de dolor- ¡¡oye eso duele!!- le pegó con la brocha, para después tomarse la oreja con la mano, sin soltar el utensilio.
- ¡mi camisa!- agarró la parte donde estaba manchada de pintura morada, esa brocha aun tenía pintura… y había quedado en su camisa… genial, una de sus favoritas echada a perder
- que bien, te importa mas tu camisa que arrancarme un pedazo de oreja- estaba siendo sínica, exagerada, pero en verdad le había dolido mucho, mas que la perforación misma- aunque bien merecido lo tienes…- no le dio más importancia al asunto y volvió a pintar la pared, ya casi terminaba esa, con ayuda de su medio hermano.


Ella estaba pintando arriba de las escaleras de tres pisos que había traído desde el almacén, ya había terminado la parte más difícil, esa pared estaba terminada, mientras ella pintaba las partes de arriba Inuyasha se encargaba de la parte de abajo, al fin era de ayuda ese muchacho, bajó las escaleras, pero sintió mojado el pie derecho, lo había metido en una lata de pintura.

Bajo la vista- ¡INUYASHA¡- arrastró el nombre y poco a poco subió la mano empuñada, cuando alzó la mirada en sus ojos se podía ver la furia- ¡desgraciado! Me las pagaras- entrecerró los ojos
Sacó el pie de la lata de pintura, se las iba a pagar, ¡y muy caro!, pronto unas gotas de pintura le cayeron en la camisa y en pants, pero bueno, hacerla enojar le estaba resultando gratificante.


Los enojos y gritos se volvieron risas y correteos por toda la habitación, para que no les cayera, pero era imposible, ya que prácticamente estaban empapados en ella.

- no huyas, ¡cobarde!- se rió con la lata en las manos
- no soy cobarde, tu eres muy lenta- estaba al otro lado de la habitación.
Se enfureció, fue tras su medio hermano, pero la mesita se interpuso en su camino y estaba a punto de caer si no es por que Inuyasha la toma antes, sus cuerpos quedaron cerca uno de otro, a ninguno de los dos les molestó la situación.
- ¿estas bien?- no sabía si lo preguntaba por que naciera de el o no, pero su tono era de preocupación, tal vez era muy buen actor…
- si- rápido se separó de el
- eso es bueno… - puso su dedo con aún pintura fresca y la pasó por la punta de su nariz, dejándole una manchita morada, que provocó un leve sonrojo en ella- supongo- terminó por decir y frunció el ceño divertido.
- ni que te importara- volteó indignada


Al final del día su cuarto había quedado pintado, tres paredes moradas y una negra, Inuyasha solo se digno a no decir nada cuando vio el color, solo se limitó a pintar.

- por cierto Kagome…-pausó cuando vio que ella tenía el cigarrillo en la boca, no solo el olor le molestaba- mañana iremos a la universidad a inscribirte
- yo no quiero ir a la universidad- se sentó en el piso
- no es que quieras… lo manda nuestro padre-
- o pienso ir


Alzo ambas cejas, y ella quien se creía que era… pero respiró profundo, calmando su genio- Kagome… espero que entiendas… mañana me voy a las siete de la mañana- salió de la habitación, suspiró

Nunca la había visto de esa forma, riendo junto con el, jugueteando, sonrojada… como había cambiado en los último cinco años… que rápido pasa el tiempo… como es que ha cambiado tanto, su personalidad, era tan tímida, sumisa, callada, y ahora, ahora era un caso perdido, una completa rebelde sin causa… cínica, pedante, prepotente, viciosa pero a la vez divertida… y su físico… era lo que más se notaba, esa niña había desaparecido… su cabello estaba más largo, no sabía por donde le legaba, por que siempre lo traía agarrado o peinado de alguna forma, sin aparatos, y sus pecas en sus mejillas, que la hacían ver inocente habían desaparecido.

Comenzó a tener sueño, vio su reloj despertador, las dos de la mañana, ¡demonios! Con razón le pesaban los párpados, era tardísimo, todo por pensar en ella, en Kagome… ¿pero que estaba haciendo? No tenía por que ver cada detalle de ella, ¡es su hermana!, pero su llegada lo había sorprendido y mucho. Pronto cerró sus ojos y se dejo llevar por los brazos de Morfeo.

25 de septiembre de 2008

Mas Que Amor Fraternal


-…- los personajes dicen
-“…”- los personajes piensan
-(…)- anotaciones del autor
{…}-flash back
=oOo= cambios de escena


CAPITULO 1.- Kagome… ¿eres tú?

Su madre ya sabía de la existencia de la pequeña, desde el comienzo, pero nunca hablaban de eso, sus padres siempre eran tan fríos y peleaban por cualquier cosa, su matrimonio iba de mal en peor. Pero el, él la conoció cuando recién cumplió los ocho años, era tan pequeña, ella contaba con solo cuatro años… su cabello azabache siempre amarrado por dos pequeñas coletas, sus grandes ojos chocolate que siempre lo miraban…había algo en ella que… nunca le agradó.

A veces la veía, por puro compromiso, era su media hermana después de todo, la hija de su padre y su amante… pero al final y al cabo tenía parte de su sangre….
La última vez que la vio… él tenía dieciocho años… supo que su madre murió de cáncer… así que fueron al funeral, y ahí estaba ella, junto al féretro, recibiendo los “lo sentimos” algunos eran verdaderos y otros no, vestía de negro, claro, ellos dieron su pésame, aunque el de él fue forzado.

No había muchas personas dentro, se podría decir que solo eran amigos, ya que su única familia era su abuelo, y no vivía en Japón.

En la ceremonia ambos estaban en la primera fila de la capilla, aunque en diferentes extremos, la miró, estaba tan pálida que parecía un pedazo de papel, que hacía que sus pecas en las mejillas resaltaran más, sus cabellos cortos, parecía un corte masculino, pero peculiarmente en ella, quedaba bien, estaban mas desalineados de lo normal, respiraba con la boca entreabierta, mostrando su tratamiento de ortodoncia, no se parecía en nada a ellos… él, como su padre y hermano tenían los ojos dorados… en cambio ella, los tenía chocolates, pero tendría que ser por su madre… aun que en carácter eran algo parecidos, bueno, solo un poco…
Unos días después, se enteraron que se había ido a Francia, París para ser exactos, al día siguiente del funeral, en donde residía su abuelo.

===============oOo================

El timbre sonaba desde hace un rato, no mucho… pero lo suficiente como para molestar a más de uno.

- umm-se quejó y puso la almohada en donde descansaba la cabeza sobre esta, pero su barrera no era efectiva, seguía escuchando el timbre- ¡¿Qué no hay nadie que abra aquí?!- aventó la almohada, ese ruido taladraba su oído.- maldita sea- dijo por lo bajo.

No quedaba de otra, se paró de la cama con su ropa de dormir, solo un pants negro, mostrando sus bien formados pectorales.

-¡ya voy, ya voy!- gritó para calmar el ruido, pero no funcionó, casi corrió para abrir la puerta, fuera quien fuese lo iba a matar- ¿Qué…- no terminó la frase al ver a una muchacha parada en la entrada.

Tenía una gran sonrisa en el rostro, perfecta a su parecer, la inspeccionó, tenía puestos unos jeans pegados, algo rotos dejando ver algo de piel, unas botas negras encima de los jeans… iba subiendo la mirada conforme la veía, una camisa púrpura, y una chaqueta de gamuza negra, su cabello estaba trenzado, al parecer era algo largo, de color azabache, que descansaba en su hombro izquierdo y una boina con la lengüeta de lado, paso su mano arreglando su cabello por detrás de la oreja, tenía perforaciones… dos en cada lóbulo y en el cartílago derecho otros dos… y esos ojos cafés se le hacían familiares.

- ¡Hola! – dijo mas fuerte, ya que la primera vez no lo había oído
- ¿si?... ¿que se le ofrece?- estaba algo confundido
- ¿tantos años pasaron que ya no me recuerdas?- el hombre parado enfrente de ella pestañeó varias veces, la estatura de la muchacha solo llegaba hasta la barbilla de él.
- ¿Quién eres?- frunció levemente el ceño
- muchas preguntas…-sacó una cajetilla de su bolso, puso un cigarrillo en su boca y lo prendió, tomó una bocanada del humo y lo exhaló- ¿no?... creo que no te avisaron que venía…- entro a la mansión, era mas chica de cómo recordaba… aunque hace tiempo de que piso esa residencia
- quien te dio permiso para pasar…- frunció más el ceño viéndola pasar, con una maleta y una guitarra en su funda
- a ver…- se tocó la barbilla- creo que tu padre Inuyasha…- hubo un silencio, el platinado ya no entendía nada- soy Kagome
- Ka… ¿Kagome?- alzó ambas cejas en forma de asombro, si, su media hermana estaba frente a el… con obvias razones esos ojos grandes color chocolate se le hacían conocidos… y algo repentino llego a su mente

{flash back}

- ¿para que me hablaste… padre?- entro al despacho
- Kagome, tu media hermana vendrá a vivir con nosotros…
- ¡¿Qué?!- arrugó la nariz
- su abuelo acaba de fallecer… espero que comprendas…
- si, comprendo…-no le quedaba de otra, aunque no le agradaba su media hermana tendría que soportarla… abrió la puerta, pero su padre habló deteniéndolo
- por cierto Inuyasha, no vamos a estar esos días, nos vamos de viaje tu madre y yo… - suspiró- eso era todo… puedes retirarte

{fin del flash back}
- lo olvide por completo- dijo para sí
- que olvidaste…-su aliento llego a su nariz… olor a cigarrillo…aunque era muy dulce…. Dejo la maleta en el piso para inspeccionar mejor el recibidor de la mansión.
- ¿Por qué fumas?... ¡Apágalo!- casi ordenó, pero antes de que dijera algo se lo arrebató, buscó el cenicero mas cercano y lo apago
- ¡oye pero que te crees!- alzó la voz, si había algo que le molestara eso era que le dijeran que hacer…
- que… ¿Qué me creo?-alzó una ceja e hizo una pausa casi nula- ¿tu hermano?- dijo con cinismo…
- ¡corrección!- alzó el dedo índice al aire muy alto- mi medio hermano…. Y por lo tanto- sacó otro cigarrillo- tienes la mitad de derechos…. – lo puso en su boca y sacó su encendedor zippo, era negro, con una calavera en medio, su “hermano” frunció el ceño y levantó una ceja, le molestaba en demasía- así que…- tomó una bocanada de su vicio- no tienes derecho a decirme que hacer y que no…- exhaló el humo casi en su cara.

La miró, estaba inspeccionando el lugar… como había cambiado… aun recordaba a esa niña desalineada, tímida e inocente que dejo de ver hace casi cinco años… ¿tanto tiempo ha pasado?

- ¿y?- dijo ella sacándolo de sus pensamientos, el parpadeó varias veces
- ¿que…?- no había oído nada de lo que había dicho

Ella se acercó y le dio un pequeño golpe en la cabeza

- oye que te pasa- se agarró el lugar del golpe
- Inuyasha ¿Qué te pasa a ti?- frunció el ceño- ¡Estás en la luna o que!- puso ambas mano en su cintura, ciñéndola.
-eh…disculpa, ¿tu habitación verdad?- ella sonrió y asentó la cabeza.

Subieron las escaleras, se decidieron por la del lado derecho, en el segundo piso se juntaban ambas, el piso era de mármol, en toda la mansión a excepción de la cocina y las recámaras, Inuyasha la ayudó con su maleta, lo veía como subía, hasta ahora de daba cuenta que solo llevaba un pants negro, con rayas blancas a los costados, se sonrojó, mostraba su espalda marcada por el ejercicio y sus brazos bien formados ¡por Kami! Que estaba pensando, negó con la cabeza y lo siguió por el gran pasillo, nada había cambiado en esa mansión.

La llevó hasta la que hace unos años era su habitación, cuando que quedaba en su casa, claro, al otro lado de donde quedaba la suya.

Abrió la puerta, y como esperaba, tampoco su habitación había cambiado… esperaba que si… las paredes pintadas de blanco, su cama matrimonial con colchas de flores, adornada por un dosel rosa, los cuadros… esos cuadros debería quemarlos, un unicornio, suspiró, tendría que re decorar su cuarto.