12 de octubre de 2008

Capítulo 5

Capítulo 5.- Vieja compañera

Iba rumbo a la escuela, manejando, pensando, pero no se puede hacer ambas a la vez, el claxon de un automóvil lo sacó de sus pensamientos, un próximo choque lo hizo reaccionar, si no era por su agilidad al volante estaría en esos momentos en el hospital.
Respiró aliviado, solo eso faltaba… un accidente.
Esa Kagome iba a morir de hambre, pero el no podía hacer nada, lo seguía evitando, por eso se fue de la cocina, por eso no bajaba…


- Buenos días Inuyasha- lo alcanzó
- que madrugador… oye…- se volteó a verlo- ¿no estabas expulsado?
- lo estoy- rió
- que cínico eres – entrecerró los ojos- entonces… ¿Qué haces aquí?
- solo quería tomar un café con mi mejor amigo Inuyasha- pasó su brazo por su cuello
- déjate de mariconerías ¿quieres?- quitó el brazo de su amigo
- ya, ya, no te enojes mi fiera, ¿entonces?- acercó su rostro al de Inuyasha
- entonces ¿Qué?- siguió caminando hacia la entrada
- ¡vamos hombre!- se posó frente a el- saltarte unas clases no te hará mal- lo miró con sus ojos azul marino bien abiertos, mirándolo, como si tuviera unas estrellas en los ojos.
- ¡Feh!- ladeó el rostro- está bien, pero solo la primera hora- alzó su dedo índice al aire
- y se ve que lo necesitas- dijo casi en un susurro
- ¿dijiste algo Miroku?- volvió a entrecerrar los ojos
- ¡no nada!- rió de nuevo

La cafetería era bastante acogedora, al entrar a ella pudieron percibirlo como primera instancia, había muy poca gente, pero para la temprana hora que era, tres personas era demasiado.
La cafetería frente a la escuela, nunca habían ido, aunque solo había que cruzar la calle para llegar ahí, pero teniendo una dentro de la escuela, no tenía mucho caso salir solo para tomar un café.
Se sentaron en la mesa que daba hacia la Universidad, no por que les gustara ver donde estudiaban, si no que tenían una bonita vista, y para Miroku… ver mujeres cada vez que pasaban, lo libidinoso no se le quitaría con los años.

- ¿les dejo la carta?- se acercó una chica de cabellos castaños, vestida con el uniforma de la cafetería y un mandil negro, bastante linda para ser camarera.
- no, yo solo quiero un americano- miró a su amigo que se había quedado viendo a la chica
- lo mismo y una cita contigo- le agarró la mano, e Inuyasha posó sus dedos en su frente, viendo hacía afuera, su amigo nunca cambiaría

La chica zafo su mano del agarre tranquilamente- entonces serán dos americanos- apuntó en su libretita y fue hasta la barra donde se hacían los pedidos, mientras que su amigo la veía caminar con la boca semi abierta, no contuvo más la risa, las carcajadas salieron y pegaba en la mesa.

- ¿de que ríes Inuyasha?- entrecerró los ojos sabiendo la posible respuesta
- te batearon- rió
- eso esta por verse…- la muchacha llegó con lo que ambos habían pedido
- aquí están sus americanos- depositó ambas tazas en la mesa- ¿se les ofrece algo mas?
- si, tú nombre o una cita, puedes escoger- ambos se miraron a los ojos
- con permiso- se retiró de la mesa, mientras que Inuyasha no dejaba de carcajearse
- “esa chica me gustó mucho”- pensaba el de cabellos negros mientras movía torpemente el café- “no me daré por vencido”

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Las clases pasaban hasta que fue hora del receso, y como ya era costumbre fue hasta esa banca en donde pasaban su hora de descanso, se quedó en pie platicando con los chicos, mas bien ellos le hacían preguntas y algunas veces hablan entre sí, cosas sin importancia, temas irrelevantes para ella, sacó del bolsillo de su pantalón una cajetilla “Black Stones” su sabor era dulce, pero a la vez fuerte, le encantaba la mezcla, dentro solo quedaba un cigarrillo, se relamió los labios y puso el cigarrillo en su boca… comenzó a buscar su zippo dentro de los bolsillos del pantalón de tela negra, cuando lo vio pasar, siempre su vestimenta sport y su cabello desordenado, el cigarrillo que tenía en su boca y que estaba a punto de encender cayó de sus labios al suelo… solo lo miró como lo hacían mas chicas…caminaba con un amigo suyo, el de la otra vez…
Salió de la Universidad, aún no quería toparse con él, y menos verlo a la cara… a sus ojos dorados… movió la cabeza, debía de dejar de pensar en su medio hermano…
Entro a la cafetería frente a la escuela, ya no iba a regresar a clases, solo faltaba las últimas dos clases y los maestros no eran mucho de su agrado, así que no le tomó importancia, caminó hasta una pequeña mesa al rincón, donde no había ventanas y por consiguiente nadie la vería.

- ¿te ofrezco algo?-
- si, solo un cappuccino- miró a la chica, se le hizo familiar, entrecerró los ojos tratando de recordar quien era… quien era…. La mesera dio la vuelta para llevar el pedido- ¿Sango?

La de cabellos castaños detuvo su paso y dio media vuelta- ¿disculpe?

- ¿eres Sango Suzuki verdad?- se paró de su asiento, se fue acercando a ella lentamente
- pero… ¿Cómo lo sabe?- frunció el ceño
- ¡no me digas que no me recuerdas! ¡Sango!- la agarró por los hombros- bueno, en ese tiempo tenía el cabello más corto y tenía frenillos- miró hacia el suelo un poco avergonzada de su apariencia pasada
- ¿¡Kagome Higurashi?!- abrió más sus ojos de igual color que su cabello, castaños

Se había reencontrado con una vieja compañera de salón cuando recién entraba a Bachillerato, educación superior.
Sango era bella y popular, desde que comenzaron el liceo juntas, en el mismo salón, pero nunca fueron más que compañeras de clases, era todo lo contrario a Kagome, le pareció bastante extraño que recordase su nombre después de tantos años…
¿Cómo es que alguien como ella ahora era mesera? Aunque sabía que venía de una familia con muchos problemas económicos… pero nunca lo pensó… venía por ratos para platicar un poco, pero nunca lo suficiente como para ponerse al tanto.

- Higurashi… supe lo de tu madre…- salían ambas de la cafetería, acaba de terminar su turno
- no te preocupes, estoy bien- esbozó una sonrisa
¡Vaya si se había convertido en una hermosa mujer! Pero bueno, era como el cuento en el que el patito feo se convertía en cisne, ¿no?
- ¿Cuándo regresaste?- Kagome la miró con incredulidad- supimos que te fuiste a París
- regrese el fin de semana pasado, estoy en la Universidad-la señaló- ¿y que has hecho?- seguían caminando aún sin un rumbo
- trabajo como mesera medio tiempo, para poder pagar la Universidad- miró al cielo

Siguieron platicando, dando vueltas sin sentido, hasta que era la hora de irse de la castaña, iba a su Universidad que según le dijo no estaba muy lejos, el tiempo las había cambiado tal vez para bien o tal vez para mal, pero de algo era seguro, se verían con más frecuencia, y quien sabe, hasta podrían ser amigas.

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