27 de septiembre de 2008

Capítulo 2

CAPITULO 2.- Aprendiendo a convivir

Esa noche se había desvelado, pensando en la recién llegada… ¡¿por qué pensó en ella?¡ seguro era por que no la veía en mucho tiempo… ¡si! Seguro era eso, su estómago comenzaba a pedir comida…

Bajó a la gran cocina… como creía…. Por que demonios se le había ocurrido darles el fin de semana a sus empleados, no quedaba de otra… saldría a desayunar, demasiado consentido, pensó, subió a su cuarto para cambiarse de ropa, no iba a ir con su “pijama”, un pants azul marino adidas y una camisa negra estaría bien, se calzó con sus tenis, agarró las llaves de su auto junto con las de su casa, un mini Cooper, negro, era su modo de transporte, agarró el picaporte de la puerta principal, cuando recordó…

- ¡demonios! Kagome…-recordó que su hermana menor estaba en casa, subió a zancadas las escaleras estaba a punto de abrir la puerta cuando esta dejo ver a la chica.

Llevaba puesto unos tenis, vans negros, una falda con tablones de mezclilla, debajo de esta unas mallas negra que le llegaban arriba de la rodilla y un cinturón de estoperoles, una camisa de tirantes blanca, y su cabello azabache agarrado de una cola alta, dejando ver su flequillo alborotado y sus perforaciones.

- ¿vas a salir?- dijo él
- si- agarró y se colocó una mochila converse morada, pasó al lado de el
- ¿y se puede saber como ibas a entrar?-
- tu me ibas a abrir- dijo sin voltear
- yo también voy a salir
- entonces será con mis habilidades de ladrón- hizo un ademán con la mano, sin voltear, cuando sintió que alguien le tomó el brazo
- por que eres tan hostil- la chica volteó a verlo
- y tu tan mandón- frunció el ceño y se soltó del agarre
- bueno… solo venia a decirte que si… íbamos a desayunar…- se dio cuenta que duro, de un momento a otro sus facciones se endurecieron y frunció más el ceño, esa niña no se tenía que poner a su nivel…- pero ¡olvídalo! - caminó y salió de la mansión.


Kagome se sentó en el principio en las escaleras, puso sus codos sobre sus piernas y apoyó la cabeza en las manos… no era tan fuerte como creía, pensaba que todo estaba bien, que ya había superado lo de su madre… y su abuelo, pensó que no le había afectado… al menos trataba de disimularlo…… ahora se daba cuenta… estaba sola… por que los que ahora eran “su familia” no la querían, no le importaban en lo más mínimo, solo era por compromiso, como siempre… unas gotas comenzaron a mojar el piso de mármol.

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El platinado conducía por las calles concurridas de Tokyo, fuera el día que fuese siempre había problemas de tránsito. Aun no sabía donde iba a desayunar, pero pensaba más en como había tratado a Kagome… no fue hasta hace unos momentos que recordó todo lo que ha pasado… ¡pero que estúpido era!, pobre… ha sufrido mucho y el era desconsiderado, se disculparía con ella, si, eso haría, dio una vuelta en “U” y se arrancó con dirección a la mansión.


Subió las escaleras, como era su costumbre, a zancadas, siempre de dos escalones a cada paso, fue hasta el extremo derecho, donde se encontraba la habitación de Kagome, abrió la puerta.

Ahí estaba ella, con una brocha en la mano, traía una camisa bastante grande, remangada hasta los hombros y uno short que ve veía algo gastado, su cabello amarrado por una trenza baja, y una pañoleta roja amarrada en su cabeza, al abrir la puerta ella volteó instantáneamente.

- Inu…yasha- dejó de pintar, se vieron por unos segundos que se hicieron eternos…
- ¿te puedo…ayudar?- se recargó en el umbral con las manos en los bolsillos de los pants.
Ella arqueó la ceja- tendrás que soportar el olor a cigarrillo, aparte… no creo que sepas como agarrar una brocha- dijo divertida.


Entrecerró los ojos frunciendo el ceño, esa Kagome… - ¿que no se pintar?- agarró la brocha que estaba encima de la mesita en medio de la habitación y lo metió en a la pintura púrpura, comenzó a dar brochazos en la misma pared que Kagome.

El ambiente se había tranquilizado, el silencio era casi puro, a no ser del sonido que emitían las brochas al pasarlas por la pared… Inuyasha miró a Kagome a su lado derecho y su oreja… no pudo contenerse, tenía que ver si eran sobre puestos o en verdad de había perforado, así que jaló uno de los dos aros que adornaban su cartílago.

- ¡AU!- gritó de dolor- ¡¡oye eso duele!!- le pegó con la brocha, para después tomarse la oreja con la mano, sin soltar el utensilio.
- ¡mi camisa!- agarró la parte donde estaba manchada de pintura morada, esa brocha aun tenía pintura… y había quedado en su camisa… genial, una de sus favoritas echada a perder
- que bien, te importa mas tu camisa que arrancarme un pedazo de oreja- estaba siendo sínica, exagerada, pero en verdad le había dolido mucho, mas que la perforación misma- aunque bien merecido lo tienes…- no le dio más importancia al asunto y volvió a pintar la pared, ya casi terminaba esa, con ayuda de su medio hermano.


Ella estaba pintando arriba de las escaleras de tres pisos que había traído desde el almacén, ya había terminado la parte más difícil, esa pared estaba terminada, mientras ella pintaba las partes de arriba Inuyasha se encargaba de la parte de abajo, al fin era de ayuda ese muchacho, bajó las escaleras, pero sintió mojado el pie derecho, lo había metido en una lata de pintura.

Bajo la vista- ¡INUYASHA¡- arrastró el nombre y poco a poco subió la mano empuñada, cuando alzó la mirada en sus ojos se podía ver la furia- ¡desgraciado! Me las pagaras- entrecerró los ojos
Sacó el pie de la lata de pintura, se las iba a pagar, ¡y muy caro!, pronto unas gotas de pintura le cayeron en la camisa y en pants, pero bueno, hacerla enojar le estaba resultando gratificante.


Los enojos y gritos se volvieron risas y correteos por toda la habitación, para que no les cayera, pero era imposible, ya que prácticamente estaban empapados en ella.

- no huyas, ¡cobarde!- se rió con la lata en las manos
- no soy cobarde, tu eres muy lenta- estaba al otro lado de la habitación.
Se enfureció, fue tras su medio hermano, pero la mesita se interpuso en su camino y estaba a punto de caer si no es por que Inuyasha la toma antes, sus cuerpos quedaron cerca uno de otro, a ninguno de los dos les molestó la situación.
- ¿estas bien?- no sabía si lo preguntaba por que naciera de el o no, pero su tono era de preocupación, tal vez era muy buen actor…
- si- rápido se separó de el
- eso es bueno… - puso su dedo con aún pintura fresca y la pasó por la punta de su nariz, dejándole una manchita morada, que provocó un leve sonrojo en ella- supongo- terminó por decir y frunció el ceño divertido.
- ni que te importara- volteó indignada


Al final del día su cuarto había quedado pintado, tres paredes moradas y una negra, Inuyasha solo se digno a no decir nada cuando vio el color, solo se limitó a pintar.

- por cierto Kagome…-pausó cuando vio que ella tenía el cigarrillo en la boca, no solo el olor le molestaba- mañana iremos a la universidad a inscribirte
- yo no quiero ir a la universidad- se sentó en el piso
- no es que quieras… lo manda nuestro padre-
- o pienso ir


Alzo ambas cejas, y ella quien se creía que era… pero respiró profundo, calmando su genio- Kagome… espero que entiendas… mañana me voy a las siete de la mañana- salió de la habitación, suspiró

Nunca la había visto de esa forma, riendo junto con el, jugueteando, sonrojada… como había cambiado en los último cinco años… que rápido pasa el tiempo… como es que ha cambiado tanto, su personalidad, era tan tímida, sumisa, callada, y ahora, ahora era un caso perdido, una completa rebelde sin causa… cínica, pedante, prepotente, viciosa pero a la vez divertida… y su físico… era lo que más se notaba, esa niña había desaparecido… su cabello estaba más largo, no sabía por donde le legaba, por que siempre lo traía agarrado o peinado de alguna forma, sin aparatos, y sus pecas en sus mejillas, que la hacían ver inocente habían desaparecido.

Comenzó a tener sueño, vio su reloj despertador, las dos de la mañana, ¡demonios! Con razón le pesaban los párpados, era tardísimo, todo por pensar en ella, en Kagome… ¿pero que estaba haciendo? No tenía por que ver cada detalle de ella, ¡es su hermana!, pero su llegada lo había sorprendido y mucho. Pronto cerró sus ojos y se dejo llevar por los brazos de Morfeo.

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